Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.
1. En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.
2. Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así, es continuo morir
hasta que viva contigo.
Oye, mi Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero,
que muero porque no muero.
3. Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero,
que muero, porque no muero.
4. El pez que del agua sale
aun de alivio no carece,
que en la muerte que padece
al fin la muerte le vale.
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo más muero?
Se llamaba Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, aunque generalmente usó el nombre de Teresa de Ahumada hasta que comenzó la reforma de la que se hablará más abajo, cambiando entonces su nombre por Teresa de Jesús. Según relata la propia Teresa en los escritos destinados a su confesor y reunidos en el libro Vida de Santa Teresa de Jesús, desde sus primeros años mostró Teresa una imaginación vehemente y apasionada. Llegó a decir a su padre que deseaba ser monja, pues creía ella, dado su carácter, que el haberlo dicho bastaría para no volverse atrás. Su padre contestó que no lo consentiría mientras él viviera. Sin embargo, Teresa dejó la casa paterna, y entró el 2 de Noviembre de 1533 en el convento de la Encarnación, en Ávila, y allí profesó el día 3 de noviembre de 1534. Afligida un tiempo después, abandonó la oración. Según su testimonio se le apareció Jesucristo en el locutorio con semblante airado, reprendiéndole su trato familiar con seglares. No obstante, la monja permaneció en él durante muchos años, hasta que se movió a dejar el trato de seglares a la vista de una imagen de Jesús crucificado.
San Juan De La Cruz
Esposa
1. ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
2. Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
3. Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
Pregunta a las criaturas
4. ¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.
Respuesta de las criaturas
5. Mil gracias derramando
pasó por estos Sotos con presura,
e, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.
Nació en 1542 en la localidad abulense de Fontiveros, sita en la amplia paramera delimitada por Madrigal de las Altas Torres, Arébalo y Ávila. Su insatisfacción con el modo de vivir la experiencia contemplativa en el Carmelo, le hacen considerar irse a la Cartuja, pero en 1567 regresa a Medina del Campo por unos pocos días para ser ordenado presvítero y celebrar su primera misa en presencia de su hermano, el resto de su familia y sus amigos del convento y allí conoce a Teresa de Cepada y Ahumada, futura santa Teresa de Jesús, que había llegado a la ciudad para fundar una nueva sede de su «Reforma carmelita», los llamados carmelitas descalzos. Teresa convence a Juan y lo une a su causa de reforma de su orden, que tropezó con una gran hostilidad por parte de los carmelitas calazados.
Fray Luis De Leon
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Fue un poeta, humanista y religioso agustino español de la Escuela salmatina. El propio fray Luis dejó escrito su concepto de la poesía, "una comunicación del aliento celestial y divino".
Aunque su estilo es en apariencia sobrio y austero, y según Marcelino Menédez Pelayo reflejaba la sofrosine o equilibrio griego, la crítica actual ha hecho notar que su lenguaje y técnica traslucen el carácter vehemente y apasionado del autor.